Imagen extraída del Flickr de Rosario López
El pasado lunes, la pequeña sala Sidecar de Barcelona acogió lo que podemos llamar como EL CONCIERTO. De todos los espectáculos que he visto a lo largo del año, el de ayer creo que se ganó un puesto en el TOP 3 desde los primeros 5 minutos. Las expectativas estaban altas y una parte de mi temía por que alguna de las bandas no diese de si y acabase pinchando. Afortunadamente Syberia y Caspian, respectivamente, disiparon mis temores al poco de empezar sus set list.
La velada empezó pronto, a las 21'15 ya tocaban nuestros
amigos de Barcelona, 15 minutos antes de lo avisado. Syberia demostró lo que
vale con esas tres primeras canciones, las tres primeras del disco, a partir de
ahí se fueron sucediendo los temas, sin perder un ápice de intensidad, sin
mostrar fatiga. Los que los conocían, encantados; los que los estaban
descubriendo, flipando y qué bien les sienta esa tercera nueva guitarra, ahora
que se pueden regalar más en matices se nota y se agradece. Las canciones han
ganado otra dimensión, tienen más peso que en el disco, y ya es decir.
Syberia se pudo ir a dormir sabiendo que, de seguir así, les
espera un gran futuro. Me gustaría acertar al decir que en 2 o 3 años, con la
llegada de un segundo disco, obtienen el reconocimiento que está obteniendo
ahora mismo Toundra, por ejemplo. Porque un grupo que se sube al escenario y es
capaz de hablarle de tú a tú a Caspian sin achantarse, merece respeto y la
mejor de las suertes.
Acabado el concierto de los de Barcelona, le tocaba el turno
a los de Massachusetts. Esa gente es muy grande (literalmente) a penas cabían
en el diminuto escenario de la sala y daba la sensación de que se tenían que
agachar para no darse con el techo. Entre bromas pasamos los minutos previos
hasta que se pusieron a tocar Walking Season, el tema que abre su nuevo álbum,
y entonces ni bromas ni hostias.
Con Walking Season dejaron claro que iban a darle caña y con
Porcellous dejaron con el culo torcido a los que se eseperaban una explosión de
sonido en la anterior canción. A partir de ahí, con el público encandilado,
salvo el típico imbécil que va a los conciertos para hablar a grito pelao de
gilipolleces, se sucedieron los temas, a cada cual más espectacular. Se podría
decir que el concierto fue una espiral ascendente que culminó con Sycamore.
Para mi, el concierto fue más una montaña rusa de emociones, los
estadounidenses tienen un don natural para pasar de los pasajes más tranquilos
y poéticos a tralla más cañera solo hay que ver como se mueven sobre el
escenario, como una banda de Hardcore. Si a eso le sumamos un sonido capaz de
tumbar a un mamut, el resultado es uno de los conciertos más jodidamente
espectaculares a los que he tenido la suerte de asistir.
Solo lamento que la sala no fuese más grande. Para empezar,
por comodidad para el público (parecía que nos estábamos refugiando de un
bombardeo) pero sobretodo por comodidad para los músicos. Ni Syberia ni Caspian
(con cinco miembros cada uno) cabían en el escenario y luego el engorro de
bajar amplis e instrumentos, un follón vamos. Por suerte la acústica no está
nada mál, al ser tan pequeño, el sonido se recoge más pero en el caso de
Caspian, que tocan con un volumen muy alto, se dio el caso que a veces se
saturaba un poco.
En definitiva, el de ayer fue posiblemente (y a la espera
del concierto de Godspeed You! al que lamentablemente no podremos ir) el mejor
concierto de Post-Rock del año y una demostración del buen estado en el que se
encuentra este maravilloso género musical. Solo me queda esperar que se sucedan
más eventos como el de ayer, con un poco de suerte acabaré cogiendo síndrome de
Stendhal permamente.
Por Fran Vázquez