Normalmente acostumbro a ser bastante respetuoso con los
análisis y mis comentarios. Sé que corren tiempos difíciles y drogarse para
componer ya no está tan bien visto. Los más bohemios, los más chulos y los más
punks se están jubilando y, con ellos, ese sentimiento de que lo que mola es
chutarse mil drogas que saquen todo el talento y ayuden a crear EL disco.
Así nacieron discazos como Punk in Drublic (1994), Recipe for Hate (1993), Hybrid
Theory (2000) y un largo etcétera, en el que se incluye la obra maestra Tragic
Kingdom (1995), de No Doubt. Ya han pasado un par de décadas de estas piezas de
museo y ahora los creadores de dichos discos-orgasmo están para el arrastre.
Punk in Drublic ha dado paso al lamentable Self Entitled (2012), Bad Religion firmó esa cosa rara que llevaba por título Dissent of Man (2010), después de
varios intentos Linkin Park sacaron la patata Living Things (2012) y No Doubt
ha vuelto a la escena musical con Push and Shove (2012). Es curioso como con la
edad los grupos pierden fuelle, talento, creatividad y soltura. Canciones más
largas, con más ruiditos, como más pedantes. The Cure es otro caso de esta degeneración.
Es como si tuviesen demencia senil y no recordasen por qué eran tan grandes, por qué llegaron donde llegaron. Enter Shikari va camino de convertirse en el
nuevo grupo con alzheimer. Y así suma y sigue. Pero ya basta de reflexiones. ¡Vamos
al tajo!
Hago el esfuerzo. Me conecto en Spotify. Buscar…No Doubt.
Hago el esfuerzo. Disco: Push and Shove. Primera canción: Settle Down. Hago el
esfuerzo. Pasan los minutos. Me aburro. Pero hago el esfuerzo. Lo he hecho. He
escuchado enterito el disco-retorno de Gwen Stefani y compañía después de 11
años sin No Doubt. Os juro que he hecho el esfuerzo. Y sin ningún doubt es de
lo peor que he escuchado este año. No analizaré canción por canción porque
estoy muy cabreado y mis dedos están deseando escribir muchas palabrotas. Voy a
hacer un análisis general de lo que acabo de experimentar.
Me dicen que es el último disco de David Guetta con la
colaboración de Gwen Stefani y me lo creo. La personalidad de la banda de
Anaheim ha quedado reducida a una sucesión de elementos electrónicos,
reverberaciones discotequeras y una simplicidad melódica digna de un recién
salido de Operación Triunfo. Esas líneas de bajo tan particulares, ese ska tan
especial, esas canciones tan locas con las que nos enamoraron hace veinte años,
han dado paso a una bazofia de hit de radio. Mierda, había jurado no pasarme de
la ralla con ellos, pero es que no puedo. Sí, lo sé. Muchos de vosotros sois
muy respetuosos con los últimos discos de los grupos. No los criticáis mirando
hacia atrás, sino que separáis ese álbum de los otros y lo analizáis como una
pieza nueva. ¡A ver si podéis hacerlo con Push and Shove! Bromas aparte, yo
también soy como vosotros, pero cuando una cosa me indigna lo tengo que decir. Me
hubiese desgarrado el alma haberme comprado este disco. Y no quiero que os pase
lo mismo. Por eso espero que no seáis respetuosos sino críticos. Sí, muy bien,
se han vuelto a juntar. Bravo. Pero lo han hecho mal. Y eso se tiene que decir.
Al fin y al cabo los que se lucran son ellos.
por Aniol Florensa