Parece que fue ayer cuando descubrimos
a Syberia teloneando a los increíbles Sights and Sounds en la
pequeña sala Underground de Barcelona. Parece que fue ayer pero eso
fue el 14 de febrero, que día más bonito para conocer a una banda
que apunta maneras.
Poco menos de siete meses después, los
barceloneses nos trae su primer álbum, Drawing a Future. El título
no podría ir más al pelo porque con este CD la joven banda de Post
Rock está dibujando su futuro y, francamente, nadie dirá que no
saben dibujar. Claro que tiene sus puntos negativos pero creo que han
hecho los deberes y han aprobado con creces. Un disco correctísimo
con algunos momentos realmente increíbles y con claras señas de la
gran calidad técnica que poseen sus músicos, pero vamos a entrar en
materia.
Drawing a Future empieza con un temazo
en toda regla, Renaissance. Me parece que es el tema perfecto para
empezar, la canción parece decirte “venga, agárrate que esto te
va a planchar”. Personalmente me gusta mucho ese sonido inicial, me
transporta a un paraje desértico y frío para, al minuto de haber
empezado, meter caña. Un tema épico, muy en la línea de Toundra,
guitarra distorsionada con guitarra limpia, batería contundente y un
bajo dropeando a saco. Ojo a los dos últimos minutos porque son
impresionantes
Llega el segundo track, Stampede, de
una manera un pelín brusca, tal vez hubiese cambiado la intro para
evitar la sensación de corte entre primera y segunda canción. La
gracia de los discos de Post Rock es que muchas veces se escuchan
como todo un bloque musical, como si todas las canciones se pudieran
tocar sin pausas entre ellas. Stampede empieza algo rara pero Syberia
tiene el remedio, clavarte un primer tercio de tema al más puro
estilo metalero, el bajo vuelve a hacer de las suyas, me encanta.
Pero lo mejor está por llegar porque a los dos minutos veinticinco
segundos se marcan un cambio de ritmo genial, la canción obtiene
otro cáriz. De nuevo el bajo lleva un poco la voz cantante seguido
de la batería pero las guitarras ejerecen un perfecto contrapeso y
acaban con una tercera parte introducida por un parón (todos los
intrumentos dejan de sonar) muy buena.
El tercer tema es mi favorito. Colossus
Collapse tiene posiblemente el mejor nombre de canción desde Glasgow
Megasnake de Mogwai. Empieza muy ambiental, calmada pero que denota
cierta tensión. Al poco ya están metiéndole zapatilla, su batería, Oscar, totalmente desatado haciendo genialidades y llega a la mitad donde
nos espera un cambio de ritmo a los que nos está ya acostumbrando el
disco, en este caso para bien, pues el tema pilla un ritmo muy guapo.
Entra en el último tercio de canción con una locura, la canción se
llama Colossus Collapse por algo ¿no?
Con la cuarta pista viene la canción
más arga del disco (8 minutos y medio). Tidal Waves viene siguiendo
la línea de las otras canciones, una intro corta, subida de
intensidad y cambio de ritmo. Me gustan especialmente las guitarras,
muy limpitas todas ellas. Esta canción me recuerda a un híbrido
entre Mono y Maybeshewill por la unión entre pasajes
cristalinos con trozos más metaleros, al menos hasta el minuto 5 y
medio. En ese punto la canción se frena y empieza una parte
realmente bonita, muy al estilo de los antes mencionados Mono, con un
final estupendo.
Sigue Skyssa, un interludio de un
minuto y medio y llegamos al ecuador del álbum con Drawing a Future
(me da a mi que ésta va a ser el hit del disco). De momento empieza
bien, aunque no puedo dejar de sentir cierta sensación de “dejà
vu” (dejà écouter para ser más pedantes). Lo cierto es que
estructuralmente todas las canciones son muy parecidas, creo que es
una de las pegas del disco, la reiteración de los mismos elementos,
las partes tan marcadas, vamos. No digo que el tema sea malo, al
contrario. En solitario, esta canción es tremenda pero el hecho de
que sea la sexta vez que escucho los mismos mecanismos hace que no me
impacte como debería. A todo esto, la última parte me parece una
maravilla, quitando esos 30 últimos segundos, que creo que estorban
más de lo que ayudan.
Parece que
Syberia son conscientes que
lo bueno si es breve dos veces bueno, y los últimos cuatro temas son
de los de pegarte a la silla. Efectivos, cortos, directos y,
sobretodo, buenos.
The day after the end of the World, me pareció
una pasada en directo y aquí conserva la fuerza que tenía la
primera vez que lo escuché. Creo que es el tema que mejor define a
este grupo. Post Rock contundente pero a su vez ambiental, nada
recargado y que te va directo al cerebro. Sigue
Red Dawn, un “medio
tiempo” para calmar al público y descansen un poco. Es un tema
precioso, con un aura meláncolica pero con muchísima fuerza en su
tramo final. Y después de otro interludio,
Framtíð,
Syberia se despide con Ära. Un tema correcto, en la línea de los
demás, dos partes diferenciadas pero se guardan un as en la manga,
un as en forma de riff de guitarra de esos que dices “hostia”.
Y
con esto acaba el disco. Al igual que con el cine, no puedes esperar
que la primera película de un director sea una obra maestra. En la
música pasa igual (Thrice tardó seis años en sacar The Alchemy
Index, Tool tuvo que esperar ocho para dar con Lateralus) y el caso
de Syberia es un ejemplo. Un disco muy correcto, perfectamente
ejecutado pero que arrastra algunos problemas. Para empezar, las
estructuras de las canciones son demasiado cuadriculadas y al final
dan una sensación de homogeneidad que no debería. En algunas
canciones se nota cierta “búsqueda de estilo”, como si aún
estuviesen definiéndose. Y el que creo que hace que el disco no sea
la hostia en patinete es el abuso de partir las canciones. Hay
momento en los que se agradece, otros en los que sencillamente se
“ensucia el tema”. Es mi opinión como oyente, preferiría que
Colossus Collapse o Drawing a Future, por citar dos ejemplos, no
acabasen de la manera que acaban, pues suena como forzado. No
obstante, son problemas menores que se solventarán, segurísimo, en
sus siguientes trabajos.
Syberia,
al igual que Toundra, está consiguiendo algo importante, demostrar
al mundo que en España no todo está perdido, aún hay talento, aún
hay esperanza. ¡Gracias chicos!
Por Fran Vázquez